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El primer icono de belleza de Estée fue su madre. Por ello, sus primeros recuerdos sobre la belleza son imágenes de ella y del ritual que seguía a la hora de prepararse.
Estée hizo sus primeros pinitos en el teatro sobre los escenarios del Cherry Lane Theater de Nueva York. «Las actrices son la encarnación de la belleza», pensaba ella. Sin embargo, retomó su gran pasión encontrando más satisfacción entre tarros y cremas que sobre los escenarios. «Quería ver mi nombre sobre un cartel, pero estaba dispuesta a sacrificar este sueño por verlo escrito en un bote de crema».
A pesar del interés de Estée por el diseño de los escaparates de la tienda de su padre, deseaba seguir los pasos de su tío John Schotz, químico de profesión. Junto a él, aumenta su sensibilidad por la belleza convirtiéndola en toda una pionera en el mundo de la belleza.